Taller con las familias,la finalidad era proponer un nombre y dibujar un logo para el boletín del grupo
Éxodo del Pueblo Oriental
El 23 de octubre de 1811 comenzó el Éxodo del pueblo Oriental. Esto sucede cuando estos se enteran formalmente del contenido del armisticio que se había firmado entre Buenos Aires y Montevideo.
autor: www.lamochila.com.uy (lamochila@espectador.com.)
Artigas inició con sus tropas su viaje hacia el norte, y entonces se produjo un fenómeno insólito: familias enteras se unieron a él, llegando desde los lugares más apartados, en carretas, a caballo o a pie, cargados todos con las pocas pertenencias que podían llevar. Este episodio se conoció con el nombre de El Éxodo, La Redota o, según la expresión utilizada por Artigas, La Emigración.
Entre diciembre de 1811 y mediados de enero de 1812 los orientales habrían cruzado el río Uruguay, estableciéndose finalmente sobre las costas del arroyo Ayuí hasta setiembre de ese último año.
Esta movilización masiva de orientales significó, para las autoridades bonaerenses, el más aplastante rechazo a los términos del armisticio y la importancia creciente de la figura de Artigas como el conductor de su pueblo.
Para los españoles que estaban en Montevideo representó la disminución de los logros alcanzados con el armisticio, ya que no resultaba de gran valor la ocupación de un territorio despoblado e improductivo.
Para los orientales, que tuvieron que compartir tantas privaciones y peligros en el viaje, significó el fortalecimiento de los lazos de solidaridad, indispensables para el surgimiento de un grupo con identidad propia.
Para Artigas, representó la enorme responsabilidad de conducir los destinos de su gente y la necesidad de realizar experiencias de gobierno.
El Poeta de la Patria, Juan Zorrilla de San Martín, relata de esta manera aquel episodio:
Artigas tomó a su pueblo, a todo su pueblo, y lo cargó en sus hombros de gigante, y dijo: ¡Vamos!
Y se lo llevó a cuestas, a través de todo el territorio oriental, hasta encontrar allá en el Norte, un sitio en que vadear el río Uruguay, y poner a salvo, como el tigre a sus cachorros, aquel nido lleno de garras.
Y marchó a través de los enemigos que invadían la patria y que, a pesar de los tratados de octubre, seguían dueños del territorio oriental, mientras las familias campesinas inermes huían ante el invasor, como un rebaño, y afluían a la sombra del profeta.
Y Artigas cruzó con su preciosa carga el patrio río del Uruguay.
Y la banda migratoria de los héroes fue a posarse allá, del otro lado del caudaloso río, en el arroyo del Ayuí, en otra tierra, en la provincia occidental de Entre Ríos.
Y los héroes eran mujeres, y eran niños, y eran viejos, muy viejos algunos.
Y eran soldados y eran familias, la misma familia de Artigas, sus ancianos padres, su hermana...
Y eran indios semisalvajes y eran próceres, Suárez, Barreiro, Bauzá.
Y eran los curas de las parroquias y eran los franciscanos de Montevideo, expulsados por ser amigos de los matreros... Y era Artigas.
Esta movilización masiva de orientales significó, para las autoridades bonaerenses, el más aplastante rechazo a los términos del armisticio y la importancia creciente de la figura de Artigas como el conductor de su pueblo.
Para los españoles que estaban en Montevideo representó la disminución de los logros alcanzados con el armisticio, ya que no resultaba de gran valor la ocupación de un territorio despoblado e improductivo.
Para los orientales, que tuvieron que compartir tantas privaciones y peligros en el viaje, significó el fortalecimiento de los lazos de solidaridad, indispensables para el surgimiento de un grupo con identidad propia.
Para Artigas, representó la enorme responsabilidad de conducir los destinos de su gente y la necesidad de realizar experiencias de gobierno.
El Poeta de la Patria, Juan Zorrilla de San Martín, relata de esta manera aquel episodio:
Artigas tomó a su pueblo, a todo su pueblo, y lo cargó en sus hombros de gigante, y dijo: ¡Vamos!
Y se lo llevó a cuestas, a través de todo el territorio oriental, hasta encontrar allá en el Norte, un sitio en que vadear el río Uruguay, y poner a salvo, como el tigre a sus cachorros, aquel nido lleno de garras.
Y marchó a través de los enemigos que invadían la patria y que, a pesar de los tratados de octubre, seguían dueños del territorio oriental, mientras las familias campesinas inermes huían ante el invasor, como un rebaño, y afluían a la sombra del profeta.
Y Artigas cruzó con su preciosa carga el patrio río del Uruguay.
Y la banda migratoria de los héroes fue a posarse allá, del otro lado del caudaloso río, en el arroyo del Ayuí, en otra tierra, en la provincia occidental de Entre Ríos.
Y los héroes eran mujeres, y eran niños, y eran viejos, muy viejos algunos.
Y eran soldados y eran familias, la misma familia de Artigas, sus ancianos padres, su hermana...
Y eran indios semisalvajes y eran próceres, Suárez, Barreiro, Bauzá.
Y eran los curas de las parroquias y eran los franciscanos de Montevideo, expulsados por ser amigos de los matreros... Y era Artigas.
Respiración en los animales
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